MEMORIAS DE HORACIO OSCAR ALBERTI


De acuerdo a lo solicitado por el Director del Museo de Ituzaingó, Rolando Goyaud y con el objeto de contribuir con su obra, se entrega una reseña sobre cómo vivió un grupo de jóvenes en aquellos años, cuando Ituzaingó era una Aldea.
También se acompañan referencias de algunas de las primeras familias, residentes en esta localidad.
Un grupo de estudiantes anduvieron juntos durante varios años formado por Modesto Fernández, Horacio Oscar Alberti, Horacio Dier Mori, Tito Scandroglio, Tito Montes, Horacio Latorre, Ruco Figueira, Abel Spotorno, Cano, Domzuck, Decusatti, Torres, Ríos, Rivas, Leira, De la Fuente, Soteras, Stolbizer, Iglesias, Daubing, Davis, gozaban aquellos momentos juveniles, haciendo una vida sana, saludable, de cara al sol, al aire, disfrutando del pleno contacto con la naturaleza, cuando Ituzaingó en aquel entonces era una Aldea.
Organizaban salidas cuyo punto de reunión a las 5 de la mañana, era en la plataforma cuadrada de 3 metros de lado, construida en mampostería, rodeada su parte superior de una baranda de caños, ubicada en el centro de la plazoleta Sur (hoy plaza San Martín) de donde partían a pie (no había transporte), cargando los víveres (sin olvidarse la pava y el mate) en una canasta de mimbre grande y cuadrada, llevándola a la usanza oriental, es decir apoyando un palo o caña larga, sobre el hombro de un voluntario que iba adelante y el otro atrás, colgando del medio la canasta, para pasar un día al aire libre en los hermosos parques-jardines forestados de una selecta variedad de árboles de propiedad de las familias Leloir y Udaondo.
También llegaban a veces hasta el Río Las Conchas (hoy Reconquista) para nadar y andar en bote.
Muy a menudo paseaban montando caballos que pertenecían a las familias Alberti y Stolbizer; jugaban a la pelota a paleta en la cancha abierta cuando el Club Gimnasia y Esgrima estaba en Rivadavia (hoy Farmacia del Pueblo) y después en cancha cerrada cuando el Club se trasladó a la calle Lavalle y Pirán.
Se distraían llevando a cabo lo que en esos días se llamaban “asaltos”, a una de las casas del grupo, invadiendo la casa, portando bebidas sin alcohol (Bolita y otras) y alguno que otro comestible, donde como las chicas y los muchachos se conocían, bailaban y otros entretenimientos, participando todos para que la reunión resultara alegre y grata. Eran épocas de romanceros y serenatas.
Cuando se largaban las carreras de auto de Buenos Aires a Córdoba, ida y vuelta, por la mañana temprano acompañaban al Dr. Gelpi para ver pasar en Puente Márquez a Riganti, el único corredor que pasaba el puente a 100 kilómetros por hora, corrían Blanco, Fangio, Emiliossi, Satuzeck, Mansilla y otros.
El grupo concurría cuando se realizaban las Kermeses en la plazoleta Sur, a beneficio del Centro Cultural Bernardino Rivadavia, uno de ellos Horacio O. Alberti participaba ayudando en el armado de los quioscos alrededor de la base de mampostería de la citada plazoleta.
Resultaban interesantes los preparativos que se realizaban con motivo de las fiestas de carnaval para poder concurrir al renombrado Corso de Morón, en un carruaje-coche Breeke tirado por un caballo que les prestaba la familia amiga Banfield (aun existe la casona tal cual era), el corso tenía un recorrido de varias cuadras rodeando la plaza, los palcos estaban ubicados en medio de las calles, las cuales alquilados por familias y el palco oficial estaba frente al viejo edificio municipal (hoy dependencias del Poder Judicial).
Otros años concurrían al corso en un vehículo moderno, era un auto Ford a bigote que pertenecía a la familia Leiras, relacionada con el grupo, siendo uno de los pocos autos que transitaban por las calles de Ituzaingó.
Lograron fundar un Club de Fútbol que se llamó “Sportivo Ituzaingó” cuya comisión estaba integrada por los mismos jugadores y otros; lo más preocupante y a su vez difícil era poder recaudar fondos para comprar las camisetas, pantalones, medias y botines de fútbol, corría por cuenta de cada uno y lo más importante era poder comprarse la pelota Nro. 5 que venía con una cámara de goma con un pico que en la parte superior tenía una válvula que una vez inflada se guardaba en uno de los lados de la boca con ojales para cerrarla con un tiento de cuero crudo, también un inflador.
Eran socios los padres, el Dr. Gelpi y otros, la cuota era de un peso, y era bastante elevada. Llegó a ser un buen equipo, compitiendo con las divisiones inferiores del Club Santa Rosa, Villa Ariza, Argentino de Castelar, y el clásico era Club Atlético Ituzaingó y Sportivo Ituzaingó.
Varios de los que jugaban en este equipo, más tarde llegaron a jugar en la primera división del Club Atlético Ituzaingó que participaba en el Campeonato de Fútbol de la Liga del Oeste, entre ellas Horacio Oscar Alberti integró los equipos de primera de los Clubes Atlético Ituzaingó, Santa Rosa y Alumni de Morón.
¡Qué épocas aquellas! Son para recordar, porque con tan pocas cosas, pasaron su adolescencia en forma natural, espiritual, simple, sin problemas, al margen de lo que sucede actualmente.
Después cuando llegó el tiempo de asumir responsabilidades, cada uno eligió diferentes profesiones, que les señalaron distintos caminos –Medicina, Docencia, Bancaria, Militar, Funciones Públicas, Comercio, etc.-. Formaron sus familias y todavía viven en esta Ciudad de Ituzaingó algunos de aquellos jóvenes que caminando juntos, sellaron una amistad, que permanece aún hoy, latente.
Horacio O. Alberti, 29 de julio de 1996