REPORTAJE A HORACIO OSCAR ALBERTI


En mi carácter de Presidenta de la Comisión de la Asociación “24 de Octubre” y en nombre de la Mesa de Entidades Ecológicas de Agrupación Tradicionalista La Coyunda de Ituzaingó con motivo que el 24 de octubre próximo se realizarán actos celebrando el 123 aniversario de la fundación de la Ciudad de Ituzaingó fue entrevistado el Sr. Horacio Oscar Alberti, descendiente de una de las primeras familias que se radicaron cuando Ituzaingó era una pequeña Aldea con el fin de reunir antecedentes para que se conozca mediante una reseña la trayectoria meritoria de esta familia, para rendirle al Sr. Horacio Oscar Alberti un homenaje durante los actos celebratorios por su labor destacada en la Ciudad de Ituzaingó.


Corría el año 1880, Antonio Alberti, casado con Dolores Patiño de origen vasco se afincaron cuando nacía Ituzaingó en una de las primeras casas de su propiedad, construida con ladrillos asentados en barro, en un terreno grande, ubicada del lado sur, hoy calles Pacheco y Arengreen, era un paraje despoblado, todo campo, las calles de tierra sin alumbrado domiciliario ni público, asi sin medios de transporte y comunicación, tampoco había escuelas y servicios que atendieran la salud.
En este desolado lugar, Antonio echó raíces, del tronco familiar nacieron 4 hijos varones –Antonio, Juan, Enrique y Adolfo-. Cabe mencionar una característica particular, sobre la personalidad de Antonio que le distinguía, que, luego al pasar los años, uno de los pocos vecinos que se fueron estableciendo entonces, comentaba que era una persona que no pasaba inadvertida, su presencia imponente, inspiraba respeto y a su ver, la larga y blanca barba que le llegaba hasta el pecho le daban la apariencia de ser un personaje salido de la época patriarcal.
Siguiendo la descendencia, Adolfo, hijo de Antonio Alberti, nació el 29 de octubre de 1881, falleció el 24 de abril de 1934, casado con Josefina Rosa Colson, de nacionalidad inglesa, nacida el 30 de agosto de 1885.
Su padre Guillermo Colson, inglés, profesión ingeniero, contratado por la empresa del Ferrocarril Central Argentino, realizó en tendido de las vías Córdoba-Alta Gracia, fundó la Cervecería Río Segundo de la unión de Adolfo y Josefina nacieron 5 hijos varones –Adolfo, Carlos Antonio, Horacio Oscar, Aristóbulo Evaristo y Ernesto-.
A principio del siglo Adolfo fue un prestigioso vecino que ansioso de difundir informes y reclamar los medios para cubrir las necesidades básicas tendientes a mejorar en general las condiciones de vida que tanta falta le hacían a los pobladores de aquel tiempo. Fundó el 8 de marzo de 1914 el primer periódico en su carácter de propietario y director que tituló como se llamaba su querido pueblo “Ituzaingó”, con su sede-redacción-administración en la nombrada Casa –Sarmiento y Humberto 1° (hoy Pacheco y Arengreen) de excelente presentación y clara tipografía, de cuatro páginas, diseño y tamaño de las hojas igual a las del diario La Nación, sin tendencia política alguna sino completamente independiente.
En uno de los números del periódico, lamentablemente bastante deteriorado, figura una noticia comentada en columna y media que se titula “Electrificación del Ferrocarril Oeste” que por razones obvias no se transcribe todo el artículo, también figuran informaciones y avisos comerciales de la localidad y de los pueblos vecinos (Merlo, Morón y otros).
Según nota original n° 59 de la Municipalidad de Morón, de fecha 8 de febrero de 1915 por medio de la cual se le comunica al Sr. Adolfo Alberti que ha sido nombrado Secretario de la Delegación Municipal en Ituzaingó, con una remuneración mensual de 30 pesos o más (no se puede saber la cantidad cierta, está borrada por el tiempo la unidad pesos).
Como en aquella época era necesario que se realizaran obras importantes e imprescindibles de urbanización –desagües- arreglo y extensión de la plaza Sur y calles de esta localidad, los pobladores apremiados por los perjuicios que causaban estas deficiencias, sin pensarlo, se vieron en la obligación de tener que recurrir a los organismos oficiales para que arbitraran las necesarias para solucionar con hechos de carácter impostergable estos serios problemas.
Adolfo fue uno de los tantos que integraron a partir del año 1928 las comisiones vecinales que se fueron autoconvocando durante varios años, solicitando y reclamando por un largo período, mediante notas y entrevistas personales ante las autoridades de la provincia de Buenos Aires, la Municipalidad de Morón y publicaciones en el diario “La Prensa”, con el fin de que se llevaran a cabo de una vez por todas, estos proyectos indispensables, que recién a fines de 1930 se realizan obras de desagüe en año 1932, comienzan a pavimentarse en el perímetro cercano a la estación del ferrocarril algunas de las principales del lado sur y norte (desde el año 1930, ya estaba pavimentada la calle Rivadavia) y también se procede al arreglo y extensión de la plaza sur (hoy plaza San Martín) inaugurada recién el 8 de marzo de 1940.
Fue elegido para ocupar, según nota, el cargo de Secretario del Subcomité Radical en Ituzaingó por el Comité Radical Central de Morón, bajo la Presidencia del Diputado Nacional, Ingeniero Ernesto Boatti. Fue funcionario del Banco Hipotecario Nacional.
Volviendo del pasado al presente, a Horacio Oscar Alberti, varios periódicos locales (El Chasqui, Ciudadano, Noticias Nuestras, Noticiero Ituzaingó, Libro de Oro del Centro Cultural Bernardino Rivadavia, notas y otros manuscritos cuyos testimonios mencionan su nombre, destacando la labor desarrollada en la ciudad de Ituzaingó.
Horacio es nativo de Ituzaingó, de 82 años, nació el 13 de noviembre de 1913, hijo de Adolfo Alberti y de Josefina Colson, contrajo matrimonio con Rita Porta, nació el 7 de marzo de 1921, de cuya unión nacieron 2 hijos varones (Ricardo Horacio, hoy 48 años y Jorge Oscar de 44 años) ambos profesionales, descendiente de una familia de hondo arraigo en la población, cuenta con una residencia familiar de 5 generaciones y de notorio prestigio por su acrisolada honestidad y correcto proceder, integrada además por sus hermanos Adolfo, Carlos, Antonio, Aristóbulo Evaristo y Ernesto, tiene nietos –es jubilado del Banco Hipotecario Nacional del que se retiró el 31 de diciembre de 1971, como Jefe Departamental, al que ingresara el 18 de junio de 1941.
Desde niño vivió cerca de la naturaleza, de cara al sol, andaba a caballo, practicaba natación, jugaba a la pelota paleta y entre las actividades deportivas desplegadas por Horacio debe mencionarse su habilidad como jugador de fútbol en los años juveniles, formó con otros estudiantes el Club Deportivo Ituzaingó, competían con las divisiones inferiores del Club Atlético Santa Rosa, Argentino de Castelar y otros, habiendo después militado en la primera división del Club Atlético y en similar categoría en el Club Santa Rosa y Alumni de Morón, en los campeonatos de fútbol que se disputaban en la Liga del Oeste, luego en el interbancario de fútbol del Banco Hipotecario.
Como jugador de ajedrez intervino en numerosos torneos zonales, también representó al Banco Hipotecario en los que obtuvo numerosos trofeos. Fue en sus principios Secretario de Actas del recordado Club Santa Rosa y su hermano Adolfo como Presidente.
Co fundador como socio cadete del Club Gimnasia y Esgrima, del cual hoy es socio vitalicio.
Integró la Comisión que fundó el 26 de agosto de 1932 el Centro Cultural Bernardino Rivadavia. Fue creado por un grupo de personas, vecinos que representaban en el momento la fuerza activa, la pujanza irrebatible del que está dispuesto a las importantes empresas cual era en este caso la de levantar en el pueblo, que se adivinaba de un futuro promisorio, su nivel cultural e intelectual.
La prohijaron un conjunto de maestros y profesores que contagiados del entusiasmo de sus organizadores prestaron su desinteresado concurso para la realización de tan ambicioso proyecto.
La inició, materialmente con pobreza franciscana, pero con la inspiración creadora, que concebida la obra no la abandona, hasta no verla realizada, coronada por la puesta en marcha de los cursos de enseñanza pública gratuita de educación –instrucción- cultura y salud.
Se dictaban 17 cursos a más de trescientos alumnos, para analfabetos, jardín de infantes, biblioteca, había establecido días de vacunación antivariólica y antidiftérica, que se aplicaban no solo a los alumnos de la casa, sino a los de las escuelas del pueblo, extendiéndose los certificados correspondientes.
Llevado por su inclinación bibliográfica, confeccionó el primer catálogo de los libros de la biblioteca del Centro Cultural que por la gestión de carácter benéfico, que hizo su hermano Adolfo, fue impreso en la imprenta del Banco Hipotecario. Le cupo el privilegio de integrar la Comisión que recibió las llaves con la presencia de autoridades oficiales y pobladores durante el acto de la inauguración del nuevo edificio propio del Centro Cultural Bernardino Rivadavia y Sala de Primeros Auxilios de Ituzaingó, asumiendo la difícil tarea de tener que organizar la parte cultural y sobre todo por la urgencia que exigía nombrar Director y el cuerpo médico –enfermería y personal administrativo- para habilitar la guardia y los consultorios externos que atendieran las diferentes especialidades médicas que necesitaba la población.
Fue nombrado miembro bibliotecario. Como la Sala de Primeros Auxilios en sus comienzos al poner en marcha las funciones específicas que debía cumplir en un tiempo perentorio demandaban de las autoridades prestarle la mayor atención, lo que resultaba nada fácil porque no fueron pocos los escollos que debió sortear, teniendo que destinar todos los recursos para llevar adelante su mantenimiento, sufriendo vicisitudes económicas al no recibir ninguna clase de ayuda oficial.
Por esto el sector cultural quedó desatendido bastante tiempo sin cumplir la importante misión de la enseñanza salvo la biblioteca que funcionaba pero sin imprimirle el impulso activo y la difusión que requiere una biblioteca popular.
Pero todo esto pertenece al pasado, al ser designado Horacio Oscar, Presidente de la Comisión de Cultura del Centro se presentaba la oportunidad en esta neuva etapa de vida del Centro Cultural de abocarse a la tarea de programar como lo hizo, para cumplir con las normas establecidas en el estatuto que obligaba a desarrollar la enseñanza pública de instrucción-educación y cultura y con el principal objetivo de renacer el pensamiento y los propósitos que con visión de futuro guiaron entonces, a los fundadores de esta obra social.
En base a estos principios fundamentales se crearon cursos para analfabetos, clases de música, danzas, teatro folclore, concursos infantiles de pintura al aire libre, dibujo, a cargo de profesores, profesoras y maestros.